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Lección 3 Si la Biblia es una ¿Por qué hay tantas versiones de la Biblia? | Introducción a la Biblia




En la clase pasada estuvimos viendo que las versiones actuales que tenemos de la Biblia son totalmente dignas de confianza y no tienen errores significativos.


Pero surge una pregunta, si la Biblia es una sola… ¿por qué hay tantas versiones?


Acabamos de celebrar los 500 años de la Reforma protestante, concretamente el año pasado (2018); la Reforma fue un evento que transformó el mundo y la cultura occidental permanente y trascendentalmente. Se ha dicho que la causa formal detrás de dicha transformación fue el énfasis de los reformadores en la prioridad y supremacía de la Palabra de Dios en la fe y práctica de la Iglesia cristiana. La sola scriptura fue el fundamento indispensable sobre el cual Dios, en su gracia, hizo resplandecer su verdad revelada para levantar a la Iglesia de la oscuridad y el temor en los que vivía.

Pero el poder transformador detrás del postulado de la sola scriptura fue hecho posible, en gran medida, solo gracias al compromiso firme de los reformadores a traducir las Escrituras al lenguaje común en cada uno de sus idiomas. Hace 500 años, los creyentes de habla hispana no poseían ningún ejemplar completo de la Palabra de Dios en castellano. Hoy glorificamos a Dios porque gozamos de la facilidad y libertad para leer la Biblia en el idioma de nuestro corazón. ¡Pero ahora tenemos tal abundancia de versiones castellanas que pareciera que nos sobran!


La pregunta es ¿por qué están apareciendo tantas versiones de la Biblia?



Las traducciones del Nuevo Testamento se hacen en base a un texto en griego formado a partir de una serie de manuscristos. Este texto griego sirve como base para realizar las diferentes versiones o traducciones de la biblia. Hasta el año 1881 prácticamente sólo había un texto base en griego realizado a partir de una serie de manuscritos que se habían encontrado hasta ese momento, pero en 1881 se crea un nuevo texto base en griego del NT con manuscritos nuevos que ha ido apareciendo y que son más antiguos y mejores que los que habían hasta entonces. Este texto, popularmente llamado el texto griego de Wescott y Hort o “texto crítico”, tenía varias diferencias notables en relación al texto griego que se usó en la traducción de Reina. Ellos utilizaron manuscritos más antiguos que los que se utilizaron para traducir la versión de Reina. Estos manuscritos más antiguos no contenían algunos pasajes que sí estaban en la versión de Reina. Con base en este texto griego de Wescott y Hort empezaron a aparecer nuevas versiones del Nuevo Testamento que utilizaban ahora los manuscritos griegos más antiguos del Nuevo Testamento.


A estos dos textos base en griego se les conoce así:



A partir de 1895 se hicieron muchos descubrimientos arqueológicos y de manuscritos antiguos que pusieron en duda algunos pasajes encontrados en la versión Reina-Valera. Esto demostró que el Nuevo Testamento fue escrito no en lenguaje culto y erudito, sino en el idioma del pueblo común y corriente. Entonces los traductores bíblicos comenzaron a producir versiones con la misma intención de los escritores inspirados, o sea los traductores produjeron versiones en un lenguaje que la gente común y corriente pudiera entender. No solamente eso, sino que los papiros ayudaron a comprender lo que significaban muchas palabras cuyo significado sólo se pudo traducir con base en conjeturas en la traducción Reina-Valera. Es decir, había una mayor capacidad ahora de traducción de esa lengua muerta (Griego Koiné).



El deseo de hacer la Palabra de Dios más comprensible al lector, ha hecho que se renueven los enfoques sobre cómo debe traducirse el texto bíblico y esto es un factor que promueve la aparición de nuevas versiones. En esto han ayudado mucho los misioneros porque ellos, por ejemplo, quieren traducir la Biblia a tribus indígenas y desean que la Palabra de Dios se comprenda bien por esas tribus y en su propio idioma.



En realidad, el texto griego (Textus Receptus) del que se tradujo la Reina-Valera se basó en un poco más de media docena de manuscritos, y como eran manuscritos tardíos, pertenecían al texto Bizantino. Pero en algunas ocasiones había vacíos, y el compilador, un personaje de nombre Erasmo, tuvo que llenar esos vacíos traduciendo del Nuevo Testamento en latín al griego (usó la Vulgata Latina). Hay, por lo tanto, algunas lecturas en la Reina-Valera, tales como «el libro de la vida» en Ap. 22:19 o los versículos de 1ª Juan 5:7-8, las cuales no se encuentran ni en los manuscritos mayoritarios ni en los manuscritos más antiguos; a esto se le conoce como la famosa “Coma Juanina”. Nadie que estudie seriamente la Biblia los llamaría originales.


Veamos un ejemplo más de que la Reina Valera puede dar lugar a confusión en alguna de sus traducciones:


"¿Cambia Dios de parecer?"

Malaquías 3:6 declara, “Porque Yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos”. De manera similar Santiago 1:17 nos dice, “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. El significado de Números 23:19 no puede ser más claro, “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”. Basado en estos versículos, no, Dios no cambia. Dios es inmutable e inamovible. También es muy sabio. Así que no puede "cambiar de opinión" en el sentido de darse cuenta de un error, dar marcha atrás e intentar una nueva táctica.


Entonces, ¿cómo explicamos los versículos que parecen decir que Dios cambia de opinión? Versículos tales como Génesis 6:6, “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en Su corazón”. También, Éxodo 32:14 declara, “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a Su pueblo”. Estos versos hablan de que el Señor “se arrepiente” o “retrocede” de algo, y parecen estar en contradicción con los versos que enseñan que Dios es inmutable.


Otro pasaje que se usa a menudo para mostrar que Dios cambia de opinión es la historia de Jonás. A través de Su profeta, Dios le había dicho a Nínive que destruiría la ciudad en cuarenta días (Jonás 3:4). Sin embargo, Nínive se arrepintió de su pecado (versículos 5-9). En respuesta al arrepentimiento de los asirios, Dios cedió: "y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo" (versículo 10).


Hay dos consideraciones importantes que involucran los pasajes que dicen que Dios cambió de opinión.


En primer lugar, podemos decir que afirmaciones tales como "el Señor se arrepintió porque había hecho al hombre en la tierra" (Génesis 6:6) es una forma de expresión en la que los sentimientos o procesos de pensamiento de la humanidad finita se atribuyen al Dios infinito (esto se conoce como “antroporfismo”). Es una manera de ayudarnos a entender la obra de Dios desde una perspectiva humana.


En Génesis 6:6 específicamente, entendemos el dolor de Dios por el pecado del hombre. Dios obviamente no revirtió su decisión de crear al hombre. El hecho de que estemos vivos hoy es una prueba de que Dios no "cambió de opinión" sobre la creación.


La respuesta está en la palabra hebrea traducida como “arrepentirse” en este pasaje —naham— cuyo significado es “sentir, lamentar”. Una mejor traducción sería: “el Eterno lamentó haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”. (En la mayoría de las nuevas versiones dice “le pesó”).


Dios nunca ha pecado. Pero, ¿se habrá equivocado al crear al ser humano? Esto contradiría una de las mayores verdades reveladas a lo largo de la Biblia, que afirma: “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (Salmos 147:5).


Debido a que el hombre había caído en un gran estado de perversión y pecado, y esto, obviamente entristeció al Señor Dios. ¿Significa esto que Dios no sabía que la humanidad caería y se volvería pecadora? ¡Claro que no!


Miremos el siguiente ejemplo: Yo tengo hijos, los cuales amo y les proveo; pero ellos me entristecen con sus múltiples pecados; como cualquier hijo hará con sus padres. Antes de tenerlos, yo sabía que entristecerían porque por naturaleza, ellos son como cualquier pecador. Esto no significa que no me dejaría de sorprender y que no sabía que ellos serían rebeldes en su momento. Al contrario, saber que ellos pecarían no significó que no me entristecería cuando la rebelión de ellos y su pecado finalmente se manifestara.

Caso similar ocurre con el Señor.


Otro ejemplo del uso de "naham" en el contexto de Dios está en 1 Samuel 15:35, cuando Dios “se arrepentía [naham] de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel”. Una vez más, Dios no se estaba lamentando de su decisión, sino de los errores de Saúl.


Como dijimos, Dios se dolió al ver la profunda corrupción del camino de vida que la humanidad había escogido (Génesis 6:5). Pero esto no significa que se haya equivocado al crear al ser humano. Su dolor fue causado por el catastrófico estado al que la rebelde humanidad había llegado en la época de Noé.


Segundo, debemos hacer una distinción entre las declaraciones condicionales de Dios y las determinaciones incondicionales de Dios. En otras palabras, cuando Dios dijo: "Destruiré a Nínive en cuarenta días", estaba hablando condicionalmente teniendo en cuenta la respuesta de los asirios. Sabemos esto porque los asirios se arrepintieron y Dios, de hecho, no emitió el juicio. Dios no cambió de opinión; más bien, Su mensaje a Nínive fue una advertencia destinada a provocar el arrepentimiento, y Su advertencia tuvo éxito.


Un ejemplo de una declaración incondicional de Dios es la promesa del Señor a David: "Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente" (2 Samuel 7:16). En esta declaración no hay ninguna condición expresa o implícita. No importa lo que David hiciera o no hiciera, la palabra del Señor se cumpliría.


Dios nos habla de la naturaleza prudente de algunas de Sus declaraciones y del hecho de que Él actuará de acuerdo con nuestras decisiones: "Si anuncio que voy a desarraigar, a derribar y a destruir a cierta nación o a cierto reino, pero luego esa nación renuncia a sus malos caminos, no la destruiré como lo había planeado. Y si anuncio que plantaré y edificaré a cierta nación o a cierto reino, pero después esa nación hace lo malo y se niega a obedecerme, no la bendeciré como dije que lo haría. Por lo tanto, Jeremías, advierte a todo Judá y a Jerusalén y diles: “Esto dice el Señor: ‘En vez de algo bueno, les tengo preparado un desastre. Así que cada uno de ustedes abandone sus malos caminos y haga lo correcto" (Jeremías 18:7-11 NTV). Nota la palabra condicional "Si": "Si esa nación a la que advertí se arrepiente [como Asiria en Jonás 3] .... entonces cederé." Por el contrario, Dios puede decirle a una nación que será bendecida, pero "si hace el mal ante mis ojos [como Israel en Miqueas 1]... entonces reconsideraré el bien que tenía la intención de hacer".


La conclusión es que Dios es completamente consistente. En Su santidad, Dios iba a juzgar a Nínive. Sin embargo, Nínive se arrepintió y cambió sus caminos. Como resultado, Dios, en Su santidad, tuvo misericordia de Nínive y los perdonó. Este "cambio de parecer" es totalmente consistente con Su carácter. Su santidad no tembló ni un milímetro.


El hecho de que Dios cambie Su tratamiento con nosotros en respuesta a nuestras elecciones, no tiene nada que ver con Su carácter. De hecho, debido a que Dios no cambia, Él debe tratar a los justos de manera diferente a los injustos. Si alguien se arrepiente, Dios perdona siempre; si alguien se niega a arrepentirse, Dios juzga continuamente. Él es inmutable en Su naturaleza, Su plan y Su ser. No puede estar contento un día con el culpable, y al día siguiente enojado. Eso mostraría que es mutable y nada digno de confianza. Para que Dios le diga a Nínive: "Te voy a juzgar", y luego (después de que se arrepientan) se niegue a juzgarlos, puede parecer que Dios cambió de opinión. En realidad, Dios simplemente se mantenía fiel a Su carácter. Ama la misericordia y perdona al arrepentido. "¿Se ha olvidado Dios de ser misericordioso?" (Salmo 77:9). La respuesta es, no.


En un tiempo todos éramos enemigos de Dios debido a nuestro pecado (Romanos 8:7). Dios nos advirtió de la paga del pecado (Romanos 6:23) para que nos arrepintiéramos. Cuando nos arrepentimos y confiamos en Cristo para la salvación, Dios "cambió de opinión" sobre nosotros, y ahora ya no somos enemigos, sino Sus hijos amados (Juan 1:12). Así como sería contrario al carácter de Dios no castigarnos si hubiéramos continuado en pecado, así también sería contrario a Su carácter castigarnos después de arrepentirnos. ¿Nuestro cambio de corazón significa que Dios cambia? No, si acaso, nuestra salvación apunta al hecho de que Dios no cambia, porque, si no nos hubiera salvado por causa de Cristo, habría actuado en contra de Su carácter.


Por tanto, vemos que el uso de la palabra arrepentirse en la RV60 no es el más adecuado.


Sigamos adelante.



Muchos lectores de la Biblia que están bien familiarizados con la versión Reina-Valera han comprobado con horror que las nuevas versiones no tienen algunos pasajes que están en la versión Reina-Valera. Algunas de ellas advierten que el evangelio de Marcos termina en el versículo 8 del capítulo 16, omiten la referencia al ángel del Señor agitando las aguas en el estanque de Betesda (Juan 5:4); y, más notablemente, indican que la historia de la mujer sorprendida en adulterio en Juan 8 no está en los manuscritos más antiguos. Esto por decir algunos de los cambios.


Las nuevas versiones no sólo omiten algunos pasajes, sino que además hacen cambios importantes en el texto al compararlas con el texto de la Reina-Valera. El Dr. Wallace menciona en el artículo citado anteriormente, el caso de 1 Timoteo 3:16. En la Reina-Valera dice: «Dios fue manifestado en carne», pero en la mayoría de las traducciones modernas se lee: «Él se manifestó como hombre».


En conjunto, hay cientos de cambios textuales entre la Reina-Valera y las traducciones modernas.


El Dr. Wallace hace unas cuantas observaciones al respecto, las cuales trataré de resumir aquí.


Primero, los cambios textuales en las traducciones modernas no afectan ninguna doctrina importante.


Doctrinas como la divinidad de Cristo, el nacimiento virginal, la salvación por gracia y el resto de doctrinas fundamentales del cristianismo siguen intactas.

Algunos pasajes cambian, pero esos cambios no hacen que las doctrinas fundamentales del cristianismo desaparezcan en las versiones modernas. La prueba es que, aunque muchos creyentes ortodoxos rechazan las nuevas versiones, también hay muchos creyentes ortodoxos que les han dado la bienvenida y las usan libremente.


Es verdad que en ciertos pasajes los manuscritos antiguos no afirman explícitamente la divinidad de Cristo, como en 1 Ti 3:16, ¡pero tampoco la niegan en esos pasajes! Además, estos manuscritos antiguos hacen explícita la divinidad de Cristo en algunos pasajes donde la Reina-Valera no lo hace.


En Juan 1:18, las versiones modernas dicen «el Hijo único, quien él mismo es Dios» mientras que la Reina-Valera dice «el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre».


Segundo, los cambios textuales en estas traducciones modernas se basan en los manuscritos más antiguos del NT en griego. Estos manuscritos se remontan a fechas tan antiguas como el siglo segundo d.C. En cambio, el texto griego en que se basa la Reina-Valera pertenece a un grupo de manuscritos más tardíos a los que se les denomina «el texto Bizantino».



Por otra parte, es necesario decir que de los más de 5000 manuscritos que tenemos actualmente del Nuevo Testamento, estos manuscritos tardíos componen casi el 80% del total, por lo que al texto bizantino se le llama también «el texto mayoritario» porque los manuscritos tardíos componen la mayoría de los manuscritos existentes. Teóricamente es posible decir que estos manuscritos tardíos puedan también apuntar a una tradición más antigua.




1. Los textos originales usados como base para la traducción.

Los libros que componen la Biblia fueron originalmente escritos a mano (de allí llamados manuscritos) en tres lenguajes. El Antiguo Testamento fue escrito mayormente en hebreo, con algunas porciones en arameo. Por su parte, el Nuevo Testamento fue escrito en griego koiné, el griego popular en el primer siglo d. C. En la época posterior a la Reforma, todas las versiones europeas, incluyendo la Biblia de Lutero en Alemania (1534), y la Biblia del Oso de Casiodoro de Reina en España (1569), fueron traducidas a partir de un número bastante limitado de manuscritos hebreos y griegos. Para el NT utilizaron las ediciones del NT griego-latín de Erasmo, cuya base textual radicaba mayormente en solo tres manuscritos griegos. Este texto llegó a conocerse como el Texto Recibido o textus receptus, y es también la base para el NT de la versión Reina-Valera original, la Biblia del Cántaro (1602).


Sin embargo, con el paso de los siglos, se han seguido descubriendo muchísimos manuscritos adicionales, tanto hebreos como griegos. En muchos casos, estos textos son más antiguos y confiables que los que poseían Erasmo y el resto de los reformadores. Y esta abundancia de manuscritos, con sus variantes y discrepancias, ha dado lugar a la disciplina de la crítica textual. Hoy en día, todas las nuevas traducciones de la Biblia se basan en el llamado texto crítico, es decir, un texto que compara todos los manuscritos disponibles para determinar el texto más cercano a los manuscritos originales. Los textos críticos más respetados en la actualidad son la Biblia Hebraica Stuttgartensia (1977) para el Antiguo Testamento hebreo, y el de las Sociedades Bíblicas Unidas (UBS4 o UBS5), o el de Nestlé-Aland (NA27 o NA28), para el Nuevo Testamento griego.


Al considerar, por tanto, los textos originales utilizados por los traductores de las diferentes versiones, podemos afirmar que particularmente en el Nuevo Testamento, las versiones más recientes (NVI, LBLA, NTV) tienen su origen en un mejor texto griego que la versión Reina Valera 1960. En cierto sentido, la dependencia de la RVR en el textus receptus es su desventaja más grande en relación a las demás versiones castellanas que, sin excepción, tienen su origen en el texto crítico, un texto demostrablemente superior y más confiable. Adicionalmente, estas versiones tienen la ventaja de haber sido traducidas más recientemente, y por ende usan un español más contemporáneo y fácil de entender.


2. La técnica de traducción utilizada en cada versión.

De acuerdo a la Real Academia Española, traducir es “expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra”. El segundo aspecto esencial al evaluar una versión de la Biblia es la técnica primaria utilizada al traducir de un lenguaje a otro. Dicha tarea es noble, compleja, y trascendental. Si la traducción es imprecisa, el significado original del texto podría corromperse o perderse. La precisión asegura la fidelidad del significado en el nuevo idioma. La meta, por tanto, es que la traducción sea lo más precisa y fiel posible.


Con este fin, algunas traducciones se inclinan por preservar el significado exacto de las palabras, mientras que otras prefieren preservar el significado exacto de las ideas. La técnica de traducción que preserva el significado palabra por palabra se conoce como equivalencia formal o literal. En contraste, la técnica de traducción pensamiento por pensamiento se conoce como equivalencia dinámica o funcional. Todas las versiones utilizan en mayor o menor medida ambas metodologías de traducción.



Observemos un ejemplo en algunas traducciones castellanas de Romanos 12:20:


Romanos 12:20 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.


Romanos 12:20 Nueva Versión Internacional (NVI)

20 Antes bien,

«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;

si tiene sed, dale de beber.

Actuando así, harás que se avergüence de su conducta».


Romanos 12:20 Dios Habla Hoy (DHH)

20 Y también: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza.»


La primera parte del pasaje es muy similar en las tres versiones. La RVR ofrece un lenguaje un poco más elegante y formal, mientras que la NVI y la DHH presentan un texto más casual. Pero la diferencia significativa se observa en la última frase del versículo. La RVR usa la equivalencia formal, palabra por palabra: “ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza”. De esta manera es fiel al texto original, pero al mismo tiempo oscurece el significado para el lector de habla hispana, ya que la frase no es común ni fácil de entender en nuestro idioma. En contraste, la NVI y la DHH utilizan la equivalencia dinámica para comunicar (o interpretar) el pensamiento detrás de las palabras originales. De esta forma traducen: “harás que se avergüence”, o “harás que le arda la cara de vergüenza”.


Podemos afirmar, entonces, que las traducciones que utilizan principalmente la traducción literal palabra por palabra (RVR y LBLA) son más precisas textualmente, pero el significado del texto es, en ciertas partes, más difícil de entender para la mayoría de las personas. Esto es inevitable debido a las diferencias históricas, culturales, y literarias implícitas en el mensaje comunicado en los lenguajes originales, en contraste con las del idioma español.


Por otra parte, las traducciones que utilizan mayormente la traducción por concepto, pensamiento por pensamiento (NVI, NTV, DHH), son menos precisas textualmente, pero comunican (traducen o interpretan) mejor las ideas o pensamientos expresados por el texto. En otras palabras, en la traducción por concepto, el traductor efectúa, en un sentido muy real, parte de la tarea de interpretación en favor del lector, para facilitarle la comprensión del texto. Por este motivo, las traducciones dinámicas tienden también a utilizar un lenguaje más sencillo y conversacional.


En resumen, al considerar las técnicas de traducción, versiones como la LBLA y la RVR son sin duda más precisas textualmente que la NTV o la NVI. Pero, por otro lado, la NVI y la NTV son mucho más accesibles y comprensibles para el creyente, y en general mantienen un buen equilibrio entre precisión y claridad. Y esto nos lleva a nuestro último punto.


3. El propósito principal para el cual la traducción será usada.


Mi propuesta es que consideremos tres usos comunes de las Escrituras:

· El uso en el servicio público en la iglesia o en el evangelismo.

· Como lectura devocional, de meditación, o memorización.

· El estudio sistemático en funciones pastorales, teológicas, o de liderazgo en general.


Biblias para uso público en la iglesia.

En el culto público, creo que la mayoría de las congregaciones se beneficiarían de una Biblia traducida principalmente usando equivalencia dinámica. En mi opinión, de entre las versiones disponibles, la Nueva Traducción Viviente (NTV) ofrece el mejor balance entre comprensión y precisión textual.


Biblias para uso devocional.

Para lectura devocional, mi opinión es que el carácter y personalidad del individuo puede determinar la opción. Las personas más analíticas pueden escoger la Biblia de las Américas (LBLA). Por otra parte, aquellas con una mayor inclinación artística o poética preferirán la joya literaria que es la Reina Valera 1960 (RV60). Un último aspecto que afecta nuestra lectura personal es la tradición evangélica en la cual llegamos a la fe. En lo personal, habiendo crecido en el evangelio usando la RV60, es mi versión preferida para lectura personal y devocional, y también es la Biblia en la que he memorizado algunos de mis pasajes favoritos. Uso y leo mucho la NTV por su lenguaje claro, pero siempre regreso a la RV60 por el afecto personal que le tengo.


Biblias para estudio sistemático pastoral y teológico.

Cuando el pastor realiza su función como predicador de la Palabra de Dios, su intención no es solo leer o meditar. También debe escudriñar el texto para profundizar en su mensaje para el bienestar de la iglesia del Señor. Por esta razón, debe partir de una Biblia traducida principalmente usando el método de traducción literal. La mejor de las versiones castellanas es la Biblia Textual (BTX) y La Biblia de las Américas (LBLA). Pero, en mi opinión, todo pastor, maestro, o líder debe utilizar todas las versiones a su alcance para dilucidar el sentido del texto.


Una vez que ha analizado fielmente el pasaje, entonces puede usar lo que ha descubierto para explicar o profundizar en el texto, tal y como está escrito en la versión que la iglesia utiliza en público. En otras palabras, al estudiar, el pastor parte del texto más literal pero más difícil de comprender (LBLA); pero al predicar, parte del texto más sencillo (NTV), y expande su significado cuando sea necesario, utilizando las notas que tomó usando la versión más literal.


Una exhortación final


Si somos creyentes desde hace algún tiempo probablemente tenemos ya una versión preferida y a lo mejor no nos gusta que nos muestren otras opciones. Sin embargo, conviene observar el hecho de que en la Biblia misma encontramos no una, sino cuatro versiones de la vida de Jesús: los cuatro evangelios. ¿Por qué el Espíritu Santo decidió inspirar cuatro relatos de la vida de Jesús en lugar de uno? Si miramos el propósito y los destinatarios de cada evangelio encontramos que Dios tenía en mente llegar a diferentes clases de audiencias y con diferentes propósitos.


El evangelio de Mateo debió tener una audiencia de cultura judía porque está lleno de referencias a Jesús como el Mesías prometido y cita textos conocidos por los judíos. En cambio, Marcos, enfatiza en Jesús como todopoderoso, hacedor de milagros, algo que a una audiencia de cultura gentil impresionaría mucho. Lucas busca mostrar la obra del Espíritu Santo, y el evangelio de Juan enfatiza la deidad de Jesús. Ninguno contradice al otro, ninguno sobra, todos se complementan.


Creo que los creyentes debemos tener la misma mentalidad con las diferentes versiones de la Biblia. No rechazarlas ni «casarnos» con una sola versión. Recordemos que la palabra de Dios inspirada es una referencia a los originales, no a las versiones. No hay ninguna «versión inspirada» en contraste con otras que no lo son. Todas las versiones son traducciones de la inspirada palabra de Dios.


El hecho de que existan varias versiones no muestra desorden ni desunión. Todo lo contrario: demuestra la vitalidad de la comunidad cristiana en nuestro idioma. Muestra el esfuerzo de todos los creyentes por facilitar el acceso de la palabra de Dios a todos los públicos.

En la época de Jesucristo no había una sola versión de lo que ahora conocemos como el Antiguo Testamento. Había al menos dos versiones del Antiguo Testamento, una en griego (la Septuaginta) y la otra en hebreo. Sin embargo, no vemos a ninguno de los primeros cristianos molestándose por eso ni criticando ese hecho. Tampoco los vemos temerosos de que se perdiera o se diluyera la palabra de Dios, como en efecto no sucedió porque sigue viva y eficaz después de tantos siglos. Es más, las nuevas versiones ayudan mucho a los creyentes que llevan muchos años en la fe a crecer y a madurar pues nos hacen ver en una redacción diferente a la que estamos acostumbrados una perspectiva nueva y fresca de la Palabra de Dios, lo cual nos ayuda a crecer en la fe y a madurar espiritualmente.


En esto de utilizar las versiones tomando en cuenta a quién le dirigimos el mensaje tenemos que seguir el ejemplo de Pablo que se adaptaba a sus audiencias, ese es el bello mensaje de 1 de Co. 9:19-23. ¿Por qué lo hacía? Para conseguir ganar para Cristo al mayor número de ellos, como él mismo dice «para poder ayudar a salvar al mayor número posible de gente» (1 de Co. 9:19, PDT).


¿Qué hacemos con tantas versiones? ¡Pues usarlas para ganar al mayor número posible de gente!
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